El presidente de la INTRA noquea a David Junco (IN) en el segundo asalto

http://www.alertadigital.com/2011/01/19/la-guerra-continua-jaume-farrerons-replica-a-las-acusaciones-de-junco-en-ad-y-le-pide-que-explique-algo-sobre-las-bandas-de-skins-de-vnr-que-provocaron-la-muerte-de-sonia-palmer-en-el-ano-1991/#comment-3933

La guerra continúa: Jaume Farrerons replica a las acusaciones de Junco en AD y le pide que explique “algo sobre las bandas de ‘skins’ que provocaron la muerte de Sonia Palmer en el año 1991″

Una dura polémica ha estallado la última semana entre la Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) y el partido Izquierda Nacional (IN) dirigido por David Junco. Jaume Farrerons (en la imagen), que preside la INTRA, replica a las últimas manifestaciones de Junco en Alerta Digital.

Señor Farrerons, ¿cuáles son los motivos y causas del toma y daca entre usted y el coordinador general de IN?

En primer lugar, convendría hacer unas aclaraciones previas a fin de no confundir al lector. La única página oficial de la Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) que se encuentra en la red es: http://izquierdanacionaltrabajadores.blogspot.com/, así como la anexa de la Coordinadora de Izquierda Nacional. Los foros no expresan las opiniones del partido, sino las de los usuarios, y el resto de los blogs y páginas citados por Junco o bien son personales o bien pertenecen a la asociación profesional de personal penitenciario ADECAF, que nada tiene que ver con la INTRA.

En segundo lugar, es necesario volver a la realidad y resaltar la diferencia ideológica básica entre la Izquierda Nacional de los Trabajadores (INTRA) e IN, dato que podemos perder de vista deambulando en medio de la pantalla de humo retórico-difamatoria emitida por Junco. La INTRA es una organización antirracista, laica y asamblearia, según reza en el artículo 2 de sus Estatutos. Nosotros, en efecto, condenamos expresamente el racismo y el antisemitismo en el documento legal fundamental de nuestra organización.

Por el contrario, lo que hace la IN de Junco es precisamente criticar el “antirracismo institucional” (son palabras literales de su manifiesto). La IN sostiene en el documento oficial “La Izquierda Nacional. El Manifiesto” que la civilización occidental es superior a las restantes civilizaciones humanas y que debemos preservar la base étnica, es decir, biológica, que ha hecho posible dicha superioridad. En suma, Junco llama desvergonzadamente a rebato contra el antirracismo y a renglón seguido me califica de filofascista y admirador de Hitler. Esta evidencia es lo que nos encontramos en el fondo de la polémica una vez se ha disipado la niebla de las declaraciones y aspavientos de Junco.

Ahora bien, si occidente fuese superior, resulta que, por lógica, las otras civilizaciones serían inferiores; y si tal presunta superioridad tuviera una raíz genética, entonces podría hablarse de una raza o etnia superior y de razas o etnias inferiores. Dichos planteamientos chocan frontalmente con el antirracismo de la INTRA y, hay que decirlo, con cualquier concepto razonable de la “izquierda”. Lo único que en la INTRA tenemos en común con IN de Junco es la crítica de la actual política de inmigración. Pero sus fines y los nuestros son opuestos. Junco lidera una organización de extrema derecha camuflada bajo una sigla de izquierdas. Nosotros hemos fundado un genuino partido de izquierdas, el primero en la historia, que cuestiona el caos migratorio fomentado por la derecha liberal. Nuestras motivaciones no son racistas, sino sociales, o sea: laborales, jurídicas, culturales y éticas.

¿Puede explicarnos cómo se ha desencadenado la batalla mediática actualmente in crescendo?

El 8 de diciembre se publicó una entrevista al presidente de la INTRA. No hice referencias a Junco o a su partido, ni siquiera indirectas o elípticas. Nada. Simplemente ignoré a IN. Sin embargo, al día siguiente, Junco publicaba a su vez una entrevista como secretario general de la IN en la que me ataca de forma delirante; sostiene que estoy loco, pero lo hace sacando espumarajos por la boca… Obsérvese un aspecto harto significativo del asunto: además de desencadenar la agresión verbal, vemos que Junco no despliega una crítica política, sino una difamación estrictamente personal centrada en mi supuesto “desequilibrio mental”. Se atenta contra el honor de alguien que, según Junco, sería un enfermo psiquiátrico furibundamente antijudío y hostil a la legalidad vigente. Sin vacilar, ejerzo mi derecho de réplica en legítima defensa y le respondo, creo, de forma contundente. El 11 de diciembre, Alerta Digital publica una nueva entrevista al presidente de la INTRA, centrada esta vez en nuestra singular oposición a la derecha en materia de inmigración. Evidentemente, después de lo sucedido el 9 de diciembre, tengo que hacer alguna referencia a IN, sin embargo –como puede comprobarse- no aprovecho la ocasión para el degüello. La mía es una escueta crítica de carácter ideológico, exenta de descalificaciones personales. En cambio, la respuesta de Junco consiste en volver a la carga contra lo personal, para sostener, esta vez, que yo soy un “admirador de Hitler”. Todo parece indicar que no ha leído su propio manifiesto y que, desde luego, desconoce nuestros estatutos. Pero, en realidad, lo que pasa es que Junco miente conscientemente. Repitámoslo: el grupúsculo de Junco es una estafa política con que la vieja ultraderecha lepenista pretende “camelar” a los trabajadores españoles pescando en el río revuelto de la crisis económica.

No obstante, señor Farrerons, ¿nos equivocamos si sugerimos que su enfrentamiento con el señor Junco viene de más lejos?

No se equivocan. El señor Junco se puso en contacto conmigo en otoño de 2009 para invitarme a participar en un proyecto político, la izquierda nacional, del que yo era referente público desde hacía años. Subrayo esta evidencia, pues de lo contrario no se explica lo que viene a continuación: es él quien me llama a mí y no yo a él. David Junco, un perfecto desconocido en el campo de la izquierda nacional, sabe que yo he reivindicado en los medios de comunicación la necesidad de luchar contra la actual política de inmigración desde posiciones de izquierdas y he intentado promover en Vic (2007) y Cervera (2009) un “partido de los trabajadores” que cumpla dicha función esencial. Pues bien, a pesar de no contar con aval alguno en su favor, el Sr. David Junco se postula inmediatamente a sí mismo como futuro dirigente del partido de izquierda nacional. Además, me advierte de que esta condición no está sujeta a negociación. Se acepta o “puerta”. Le vi tan deseoso de ser “el jefe”, que me comprometí a ayudarle en este sentido siempre que la asamblea de militantes le ratificara en calidad de tal en un congreso fundacional. Pero Junco se negaba en redondo a someterse a cualquier tipo de control democrático, afirmando literalmente en un e-mail que la asamblea de un partido es, en general, una masa borreguil y que es menester acudir a los congresos con las decisiones ya tomadas. Palabras textuales. Todo atado y bien atado. A continuación me entregó un texto, el del manifiesto, también ya “cerrado”, cuya aceptación implicaba una segunda exigencia, a saber: Laureano Luna, un ex militante y dirigente de los grupos neonazis Cedade y Democracia Nacional, es el ideólogo de la izquierda nacional.

En un principio intento negociar, porque el 95% del documento, una crítica del liberalismo, podía ser aceptado por mí sin problemas, aunque a mi entender el texto dejaba las cuestiones esenciales en el tintero. El principal obstáculo, no obstante, era ese 5% del manifiesto de Luna donde se hacían referencias intolerables a la ya mencionada superioridad étnica de los pueblos occidentales, entre otros errores, en los que ahora no entraré a fin de evitar extenderme en exceso. Después de meses de negociación, en la que David Junco se desplazó expresamente de Asturias a Barcelona para hablar conmigo, conseguí que aceptasen suprimir dos frases literalmente vergonzosas del texto, las cuales, por cierto, ya no están actualmente en el manifiesto gracias a mi perseverante crítica “de izquierdas”. Pero el enfoque, pese a dichos retoques, seguía siendo el mismo, de manera que yo, antirracista desde que tengo uso de razón, me veía en la tesitura de tener que militar en un partido dirigido por ex neonazis en el que se venía a sostener, de forma más o menos culta y elegante, los tópicos que caracterizan a partidos como Democracia Nacional sin cambios sustanciales, excepto el “lavado de cara” en la denominación.

¿Cuándo comienzan los enfrentamientos?

En la primavera de 2010 se inauguró el blog de IN. Inmediatamente plantee, de forma correcta y amistosa pero sin tapujos, mis dudas sobre la forma como se estaban haciendo las cosas. El administrador del sitio suprimió entonces mis comentarios críticos, que Laureano Luna, para justificar este liberticidio, calificó más tarde expresamente de “destructivos”. Habiendo sido censurado, publiqué dichos comentarios en el foro Comunidad de Diálogo y en el blog de la INTRA, donde todavía se pueden encontrar como comentarios al primer post allí colgado. Preocupados porque ocurrían cosas que ellos no controlaban, estos presuntos defensores de la democracia protestaron por mi legítimo ejercicio de la libertad de expresión. Insistí en la necesidad de un debate racional, a puerta cerrada si era necesario, pero libre de inquisiciones y mordazas. Redacté primero un preámbulo al manifiesto y luego un manifiesto alternativo a tales efectos. Junco y Luna se negaron, empero, a debatir conmigo ante la asamblea, porque temían hacer el ridículo y perder a alguno de sus pocos afiliados. Junco iba, empero, mucho más allá. Pretendía que suprimiera todas nuestras críticas o, de lo contrario, interpondría una querella criminal. Le sugerí que citara los pasajes que considerara ofensivos, puesto que yo, después de leer y releer los posts, no conseguía detectar nada judicialmente punible. Pero Junco insistió en que debía suprimir TODA crítica a IN. Evidentemente, me negué a someterme a semejante extorsión. No me ha querellado, claro, y ha tenido que “soportar” las críticas, pero este hecho ha generado en él un fuerte resentimiento y un deseo de venganza que es el principal motor del actual conflicto mediático. Junco ya me advirtió por escrito de que toda crítica política a IN se la “tomaría” como “algo personal” y como un intento de “sabotaje”. Lo siguiente ha sido atacarme “a degüello”, mediante una auténtica campaña de difamación personal en la cual se ignoran cuidadosamente las ideas de mi partido y se politizan textos de investigación de una tesis doctoral de filosofía.

Los lectores pueden juzgar ahora qué es lo que está pasando realmente en el campo político de la izquierda nacional. Se produce un caso típico de “entrismo”. Nada nuevo. Detectada la maniobra, me convierto en víctima de una vendetta ultraderechista por el simple hecho de oponerme a unas ideas repulsivas totalmente ajenas a cualquier ideario progresista.

¿Puede probar esta grave afirmación?

Conservo todos los e-mails de Junco y Luna, así como mis respuestas. Su simple lectura acredita lo dicho y arroja luz sobre los auténticos motivos de las difamaciones de Junco. Evidentemente, yo no puedo publicar los e-mails privados de otra persona a menos que esa persona me autorice. Desafío aquí públicamente a Junco y Luna a dirimir nuestra polémica con la máxima transparencia democrática: publiquemos de mutuo acuerdo las misivas y que cada cual juzgue sobre lo que realmente ha pasado. Todo el mundo se dará cuenta al instante de que las acusaciones de Junco, según las cuales yo soy un filofascista admirador de Hitler y un perturbado mental, no encajan con el sentido verificable de una dura negociación en la que yo me resisto a sus directrices “raciales” (para decirlo suavemente), mientras mis interlocutores me acusan de fariseo, hipócrita, cobarde y villano por el hecho de no querer acatarlas y de no someterme a su “mandato”. Se me afea mi rechazo de la doctrina mística del filósofo Laureano Luna, quien afirma estar en contacto con lo divino y coloca a los pueblos occidentales (blancos) por encima de la humanidad y a sí mismo por encima del resto de los mortales. Obsérvese que esta ideología, literalmente vomitiva, está mucho más próxima a las ideas racial-caudillistas de Hitler que el antirracismo asambleario de la INTRA. Para entenderlo no hace falta ser siquiera un filósofo. Cualquiera podría comprender al instante, si dispusiera del acceso a los documentos esenciales del caso, cuál es el verdadero contexto en el que se ha desencadenado el presente conflicto mediático.

¿Qué fundamento aporta el señor Junco de las acusaciones según las cuales usted, señor Farrerons, sería un admirador de Hitler?

Ninguno. Soy un admirador de Alemania, es decir, de la cultura, lengua, filosofía, paisaje y pueblo alemanes. No pretendo ocultarlo. Cuestiono la versión de la Segunda Guerra Mundial que difunden las películas de Hollywood y la mayoría de los medios periodísticos. Mis fuentes de información en este tema son académicas y científicas, no mediáticas o cinematográficas. Pero si eso me convierte en un admirador de Hitler, entonces también lo serían Norman Finkelstein, Leni Brenner, Israel Shahak, Zygmut Bauman, John Sack, Illan Pappé… ¡Todos judíos y críticos del sionismo! Reductio ad absurdum. Shahak afirma que el judaísmo clásico talmudista desprecia a los “gentiles” y los califica de animales. Pero tanto Shahak como yo, que no soy judío sino gentil, condenamos el antisemitismo. O sea, condenamos el sionismo, la extrema derecha judía, por los mismos motivos que condenamos el antisemitismo o la extrema derecha gentil: porque es racista, porque sostiene la existencia de pueblos, etnias o razas superiores o inferiores. Casualmente, los mismos temas, preocupaciones y obsesiones que se detectan en el “manifiesto lunático”.

Pero Junco ha citado unos enlaces como prueba de sus acusaciones, señor Farrerons. Algo habrá de dudoso en dichas páginas, ¿o no?

Junco incluye en su última impostura mediática unos links que no demuestran nada o, mejor dicho, que demuestran justamente lo contrario de lo que él pretende. ¿Cuál es el motivo de esta remisión genérica a unas páginas de internet que nada tienen que ver con la INTRA? Junco ha buscado en dichos sitios frases concretas que, sacadas de contexto, le permitieran incriminarme como “nazi”, pero no ha encontrado nada. Si hubiera encontrado algo, ¿cree usted que colgaría links en lugar de transcribir la cita literal del hallazgo? En cualquier caso, Junco ha omitido de forma malintencionada todas las entradas de mis blogs y webs en las que, una y otra vez, se condena el racismo, se defiende la legalidad, se reivindican los derechos humanos y la democracia, etcétera. Piense que, en un caso, se trata de una página humanitaria desde la que he denunciado, a lo largo de 13 años, los malos tratos a reclusos en las prisiones catalanas.

Sin embargo, usted sostiene un blog en el que cuestiona la versión oficial del Holocausto. Usted parece que niega incluso la existencia de un plan de exterminio y de cámaras de gas.

Se trata de un blog de filosofía crítica y metodología de la interpretación histórica. Soy investigador. Mi opinión respecto al holocausto es la misma que la de Norman Finkelstein, autor de La industria del holocausto (2000). Este profesor norteamericano, de origen judío, cuyos padres pasaron por los campos de concentración nacionalsocialistas, sostiene que el holocausto ha sido exagerado a fin de legitimar la política vergonzosamente racista y genocida del Estado de Israel. Respecto a las cámaras de gas, mi postura es la misma que la de Daniel Goldhagen, otro investigador judío norteamericano, cuya opinión que transcribo literalmente para evitar equívocos: “suele creerse que los alemanes mataron a los judíos, por lo general, en cámaras de gas, y que sin éstas, los medios modernos de transporte y una burocracia eficaz, los alemanes no habrían podido matar a millones de judíos. Persiste la creencia de que, de alguna manera, sólo la tecnología posibilitó un horror a semejante escala (…) Existe la creencia generalizada de que las cámaras de gas, debido a su eficacia (que se exagera mucho), fueron un instrumento necesario para la carnicería genocida, y que los alemanes decidieron construir cámaras de gas en primer lugar porque necesitaban unos medios más eficaces para matar judíos. (…) Todos estos criterios, que configuran básicamente la comprensión del Holocausto, se han sostenido sin discusión, como si fuesen verdades evidentes por sí mismas. Han sido prácticamente artículos de fe, procedentes de fuentes distintas de la investigación histórica, han sustituido el conocimiento fidedigno y han distorsionado el modo de entender este período” (Daniel Goldhagen, Los verdugos voluntarios de Hitler, Madrid, 2003, pp. 29-39).

En suma, creo que seguramente se usó gas alguna vez, sobretodo a base de manipular los tubos de escape de camiones diesel, pero creo también que todo el asunto del gas se ha sacado de quicio y ahora ya no se puede volver atrás, tan enorme ha sido la mentira. Sin embargo, la masacre de judíos, en la mayoría de los casos mujeres y niños indefensos, es un hecho innegable. Los Einsatzgruppen existieron. Hitler perpetró crímenes de lesa humanidad. Aquí no hay apelación posible.

¿No niega usted, entonces, la realidad del holocausto?

Le responderé con algo que escribí en mi página de filosofía crítica, a la que acabo de aludir. Hice esta afirmación en una de las primeras entradas, para dejar las cosas claras de una vez por todas, aunque al parecer sin éxito: “El fascismo existió, sin duda, pero ¿qué fue en realidad? ¿Tiene algo que ver el fascismo que nos muestra la ideología antifascista inoculada cotidianamente por los poderes públicos con el factum histórico del fascismo? Veremos que sí, pero que el fraude ideológico estriba menos en aquéllo que se dice, que en lo que no se dice tanto del fascismo como de sus adversarios políticos e ideológicos (comunismo y liberalismo). De manera que, conviene aclararlo también, la burda estrategia negacionista consistente en minimizar la existencia del holocausto judío es una caricatura de lo que aquí entendemos por crítica filosófica. Bajo régimen nacionalsocialista alemán perecieron aproximadamente, asesinados o no, alrededor de 4 millones de hebreos y éste es un hecho cuya negación pertence al orden de la propaganda política ultraderechista” (véase entrada del 26 de noviembre de 2007):


Mi postura, en suma, consiste en afirmar que el holocausto existió, pero que su relato ha sido manipulado, magnificado y utilizado para alterar el sentido auténtico de la historia alemana. Dicha narración se ha convertido en propaganda que intenta ocultar los genocidios, crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad perpetrados por los vencedores de la II Guerra Mundial. Unas atrocidades que permanecen impunes gracias a la complicidad de la casta política oligárquica que controla el mundo occidental.

¿De qué atrocidades habla?

El genocidio contra el pueblo alemán, planificado y ejecutado desde el año 1941 y hasta 1947, provocó la muerte de, como poco, 13 millones de civiles y prisioneros desarmados. Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki son también delitos de lesa humanidad. La limpieza étnica de Palestina puede tipificarse como crimen contra la humanidad. El comunismo ha exterminado a 100 millones de personas y, sin embargo, la URSS ejerció de fiscal en el juicio de Nüremberg. Semejante farsa judicial inauguró la época de criminal hipocresía respecto de los derechos humanos en la que actualmente vivimos. Los derechos humanos son un instrumento de propaganda política. Las víctimas de los vencedores, en muchos casos acusadas de “fascistas”, siguen sin ser reconocidas: los perpetradores han fallecido en sus camas y, no obstante, los medios de comunicación no dejan de hablar de Auschwitz, es decir, de un delito ya juzgado y condenado. Lejos de pretender que Auschwitz no sea importante o poco digno de mención, lo que exijo es que no se utilice el holocausto como excusa para encubrir otro delito, mucho más grave por sus dimensiones, premeditación, planificación, número de víctimas y escandalosa impunidad. Es como si en un tribunal se juzgara un asesinato una y otra vez con el fin de distraer la atención e impedir que los jueces, autores de miles de asesinatos, se sentasen a su vez algún día en el banquillo de los acusados.

¿Es usted tan “furibundamente antijudío” como afirma Junco?

Otra difamación de Junco. Soy muy crítico con el judaísmo clásico y, sobretodo, con el sionismo, pero no “con los judíos” indiscriminadamente y en general, porque de esta manera incurriría en racismo y, más concretamente, en un delito de antisemitismo. He aclarado este matiz cientos de veces, pero Junco, incapaz de ejercer la crítica política, tiene que recurrir a la calumnia personal para intentar neutralizar la INTRA, como ya he demostrado. En fin, no es lo mismo ser crítico con el catalanismo o con el nacionalismo catalán, que ser furibundamente “anticatalán”. ¡Esto es lo que pretenderían precisamente los inquisidores catalanistas y, en el caso de los judíos, los sacerdotes del dogma de lo “políticamente correcto”! Yo soy catalán y no dejo de abominar del catalanismo. ¿Abomino por ello de mí mismo, de mis padres, de mi familia y vecinos, que son también catalanes? Por supuesto que no. Ya he citado mis fuentes bibliográficas en materia de judaísmo. Se trata de autores judíos críticos con la extrema derecha hebrea. Son personas a las que respeto y admiro por su valentía a la hora de desafiar la pseudo religión civil del holocausto. Igual que respeto y admito a Boadella, capaz de criticar el catalanismo actual pese a ser catalán de pura cepa. A Boadella también le han acusado de ser un fascista. Si los cretinos adocenados al servicio del sistema oligárquico no te acusan de fascista por lo menos una vez al día es que algo falla en tu manera de proceder habitual. En mi caso no podía ser menos. Pero que te acuse de “antijudío furibundo” y “admirador de Hitler” un notorio ultraderechista procedente de la neonazi Democracia Nacional es ya de juzgado de guardia.

El señor Junco ha afirmado que usted está en contra de la legalidad o que se mueve en el filo de la legalidad en materia de racismo, ¿qué tiene que decir usted al respecto?

Hasta aquí he estado manifestándome a título particular y no como presidente de la INTRA, porque el ataque de Junco iba dirigido a unas páginas de internet que nada tienen que ver con mi partido. Pero ahora me veo obligado a expresarme en calidad de representante de la Izquierda Nacional de los Trabajadores. Y sostengo lo siguiente: un partido expresa y estatutariamente antirracista que condena el antisemitismo no puede ser acusado de vulnerar la legalidad en esa materia a menos que se aporte una prueba concreta de dicha vulneración. Se debe acreditar la existencia de actos o de documentos racistas realizados por miembros del partido en el desempeño de las funciones de la organización. Junco debería probar semejante imputación, so pena de incurrir a su vez en un delito de injurias e, incluso, de calumnias graves con publicidad. No ha aportado, empero, ninguna prueba de sus difamatorios exabruptos verbales. Esto demuestra que es un auténtico incompetente como político: se agita en un debate como un elefante en una tienda de porcelanas. Está técnicamente incapacitado para dirigir un partido serio. Por otro lado, Junco debería revisar su propio manifiesto, donde se critica el antirracismo en nombre de la superioridad genética de los pueblos occidentales. Como poco, se puede afirmar que este texto afecta a la materia regulada por artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

El señor Junco reclama su prioridad como fundador de la izquierda nacional. ¿Está usted de acuerdo, al menos, en que Junco fundó su partido antes de que se fundara la INTRA?

Legalizó una sigla antes que yo, ganando tiempo con engaños, pero no fundó la izquierda nacional antes que yo. El motivo es doble: 1/ la izquierda nacional no es una sigla, sino un concepto ideológico y un hecho político que conviene delimitar, porque si mañana el señor José Luis Roberto, de España2000, fundara una “izquierda nacional de la prostitución”, nadie se tomaría en serio la pretensión de que estamos ante un tercer partido de izquierda nacional, aunque quizá Luna corriera a la capital del Turia a negociar con su viejo amigo; 2/ IN nada tiene de partido de izquierdas, sea cual sea su sigla; IN es un partido de extrema derecha.

Por tanto, el primer partido de izquierda nacional, no por fecha de legalización de un rótulo, sino por la ideología y por la trayectoria de sus fundadores, es la INTRA. Cualquiera puede comprobar que la última militancia política de Junco, y encima como dirigente, es Democracia Nacional. No se le conocen méritos de ninguna clase en orden a liderar la izquierda nacional. Más bien ostenta muchos deméritos, algunos públicamente reconocidos, mientras esconde otros que los periodistas ya están investigando. A Junco no se le conoce ninguna fase de evolución hacia la izquierda antes de fundar IN. Pasa de Democracia Nacional a IN sin transición. Este súbito giro resulta poco creíble, máxime cuando el manifiesto de IN defiende lo que defiende y no se observan cambios importantes respecto del ideario de Democracia Nacional excepto en lo que concierne a la sigla. Se trata de una mera maniobra táctica. Junco no tiene en su cuerpo ni un átomo de hombre de izquierdas. Sigue siendo el ultraderechista de tomo y lomo que siempre fue. Pretende engañar a una gente a la que desprecia (“masa borreguil”) desde un ideario furibundamente jerárquico y reaccionario de raíz sectaria que apela nada menos que a una elección divina.

Pero Junco apela a unos textos de Laureano Luna, quien como poco debe de ser miembro del partido IN.

Es cierto. Existen unos textos de Laureano Luna en los que se analiza la necesidad de adoptar una táctica de izquierdas para vender el producto habitual de la ultraderecha anti inmigración: el celebérrimo “ius sanguis” (derecho de sangre). Pero, insisto, si usted se lee lo que escribía Luna en Democracia Nacional y lo que escribe ahora en IN, no observará ninguna evolución doctrinal digna de mención. Además, Luna, después de ser expulsado de Democracia Nacional, se aproxima a España 2000 y en diciembre de 2002 sostiene en una entrevista que admira a José Luis Roberto como persona y como político. Junco ya participó en la Plataforma España 2000 y fue candidato al Senado. El abandono de la Plataforma por parte de Democracia Nacional no supuso una condena de lo que España2000 representa en materia de prostitución y otras cuestiones morales, al menos para Luna, a quien Junco sostiene como ideólogo. En 2003, un año después de emitir públicamente sus loas al dirigente de España2000, Luna empieza a estudiar las posibilidades de sacarle rendimiento mediático y electoral a un rótulo de izquierdas. Sostengo que no hay mutación ideológica en este proceso, sino sólo replanteo, a lo sumo estratégico, del programa de DN diseñado por Luna. Y a las pruebas me remito.

¿Puede usted acreditar, en su trayectoria personal, una defensa clara e inequívoca de posturas de izquierdas con anterioridad a Junco y Luna?

Véanse en 2003 los motivos de mi abandono de la PxC, donde fui ideólogo, secretario general y número 2 de la lista al Parlament:


Mis historiales en el PxCat (Partit per Catalunya) y en el PNR (Partido Nacional Republicano) representan también sólidas piezas de convicción. Propongo en Vic (2007) una candidatura de izquierdas contra la actual política de inmigración:


Aclaro que el Partido Nacional Republicano es una organización socialista y patriótica dirigida por un militante del Front Obrer de Catalunya (FOC) y fundador histórico de la Lliga Comunista Revolucionària (LCR). Mis discrepancias con el PNR fueron estratégicas y tácticas, no ideológicas. El PNR se niega a participar en las instituciones del régimen, actitud que respeto y comprendo pero que considero un tremendo error. Siguiendo con mi historial, en el que me veo forzado a abundar porque el ataque de Junco es personal y me obliga, lamentablemente, a hablar de mí mismo, elaboro en 2009 el programa de un partido que debe luchar contra la actual política de inmigración pero que se define como partido de los trabajadores por ser éstos las principales víctimas de dicha política:


Tengo que abandonar el Partit per Catalunya siendo secretario de estudios y programas y secretario de prensa porque Figuerola, el presidente, censura mis comunicados en los que declaro que el PxCat es una organización de centro-izquierda:


El desencadenante final de mi dimisión como dirigente del PxCat será el apoyo unilateral de Figuerola a la masacre de Gaza y las peticiones, también unilaterales, pero enviadas todas ellas a los medios firmadas supuestamente por la ejecutiva, de fomentar el despido libre para combatir la crisis:



Desde el año 1996 vengo sosteniendo, como presidente de ADECAF, una lucha sindical interminable en defensa del respeto a los derechos humanos en las cárceles catalanas. Véanse escaneados en el siguiente link unos documentos donde la Universidad de Barcelona, el Colegio de Abogados de Barcelona y el Centro de Estudios Cristianisme i Justícia dan su respaldo a ADECAF en la difícil tarea emprendida:


Podría citar decenas de documentos similares en mi defensa. Pero no quiero cansar al lector.

En definitiva, los enlaces que Junco citaba precisamente para incriminarme como racista, antisemita y genocida, acreditan justamente lo contrario. Hitler maltrataba y asesinaba a sus prisioneros (aunque no a todos, porque respetaba a los occidentales). Por ejemplo, mató a 3 millones de soldados rusos cautivos. Yo, presunto admirador de Hitler, intento que los presos de las cárceles catalanas no sean torturados o vejados, sin distinción de raza. Pero los imperativos de honorabilidad y básica decencia no me obligan a ser políticamente correcto. Al contrario. Soy, para el poder, un “fascista”. Quizá Junco no vea la diferencia, pero cualquier persona capaz de seguir siendo persona incluso cuando ejerce de político la vería. Se da la circunstancia de que mi enfrentamiento corporativo en el ámbito penitenciario ha topado siempre con sindicatos y carceleros de extrema derecha, miembros de grupos como Brigadas Blanquiazules, VNR, Águilas Negras, etc., muchos de los cuales son auténticos torturadores que además han terminado implicados en redes delincuenciales de drogas y prostitución. Para mí ha sido una auténtica sorpresa cruzar estos datos con las “confesiones” que Junco me hizo en privado el 7 de junio de 2010, cuando todavía intentaba “ficharme” para la secta “lunática”, sobre sus rancias militancias políticas pasadas. Mi negativa a entrar en IN no se debe sólo a diferencias ideológicas, sino a hondas cuestiones morales.

En este sentido, las militancias políticas del hoy presidente de la INTRA, como puede comprobarse, son de signo opuesto a las de Junco o Luna. Ya en 1987, es decir, hace 24 años, fundé la Plataforma Nueva Europa con el ex trotskysta Juan Colomar. Remontándonos más en el tiempo, en 1983, había fundado ENSPO, una asociación cultural que Xavier Casals (uno de los mayores expertos en el tema de los grupos patrióticos) califica de antirracista (véase el “Diccionari dels Partits Polítics de Catalunya. Segle XX”, de la Enciclopedia Catalana, publicado en 2000, pág. 65). Hagamos una comparación: por esas mismas fechas, Laureano Luna, ideólogo de IN, escribía opúsculos filosóficos para la organización neonazi Cedade en los que intentaba fundamentar el nazismo. Por mi parte, antes todavía de fundar la ENSPO, y siendo incluso menor de edad, milité en Joventuts Socialistes de Catalunya (1976) y en la Falange Auténtica, hedillista y antifranquista (1977). Desde los años ochenta lucho por fundar una opción alternativa genuinamente nacionalista y revolucionaria hispánica en claro conflicto con la extrema derecha, que siempre me ha considerado su enemigo y ha hecho todo lo posible por difamarme. Busque mi nombre, señor Robles, no lo encontrará en ninguna de las historias del sector patriótico, no porque no haya hecho nada, sino porque las fuentes ultraderechistas en las que se basan los historiadores y los expertos me han silenciado como venganza por una disidencia que no son capaces de comprender, aunque cualquier ciudadano decente la compartiría conmigo: mi soberano desprecio político hacia quienes se llamaban a sí mismos nacional-revolucionarios pero andaban borrachos y drogados por la calle maltratando, y hasta asesinando, a mendigos, travestis, yonquies, prostitutas, inmigrantes y otras personas tan dignas de respeto como cualquiera. Quizá podría Junco, en fin, como fiel cumplidor de la ley que dice ser, explicarnos algo sobre las bandas de “skins” de VNR que provocaron la muerte de Sonia Palmer en el año 1991 y que luego se integraron en Democracia Nacional. Esos sí que eran “admiradores de Hitler”, Sr. Junco, pero no se contaban precisamente entre mis amigos.

¿Tiene algo más que decir?

Les plantearía a los lectores la siguiente cuestión: si yo soy, como pretende Junco, un “admirador de Hitler” y esta afirmación injuriosa se puede acreditar echando una simple ojeada a cinco páginas de internet; si, por otra parte, Junco es un demócrata escrupuloso, ¿por qué se puso en contacto conmigo? ¿Por qué fui yo quien rechazó colaborar con su partido? ¿Por qué, hasta bien entrado el otoño pasado y después de un año de contactos infructuosos, me seguía proponiendo Junco por escrito, como puedo probar, integrarme en la sigla ya legalizada, aunque siempre con la condición de supeditarme a él y a Luna? ¿Me necesitaban para legitimar el rótulo “Izquierda Nacional”? Basta una simple reflexión sobre estas circunstancias para llegar a la conclusión de que la versión de los hechos publicitada por Junco es un fraude. Esta afirmación puede hacerse extensiva, a tenor de la enormidad de las mentiras que ha hecho correr por la red, al conjunto del grupúsculo sectario de una decena de personas liderado por Junco. Don David Junco Alonso es alguien que me resisto, por razones que ya se verán en su momento, a considerar el dirigente de un partido político democrático “normal”. La IN es otra cosa. El tiempo pondrá a cada cual en su lugar.

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